viernes, 29 de julio de 2011

La oración en pareja

En estos tiempos que corren, en los que la oración y la espiritualidad ha pasado a un segundo plano, ha dejado de tener sentido para muchos cristianos que huyen de una iglesia doctrinal y autoritaria. En este contexto de crisis en el que vivimos me planteo dónde poder encontrarme con Dios. Como afirma el doctor honoris causa de la universidad de Granada y teólogo José María Castillo en su libro “espiritualidad para insatisfechos”, mi encuentro con Dios tiene que ser desde la realidad, desde el mundo, no desde un dualismo en el que intentemos elevarnos, sino desde un mundo, el nuestro, que necesita de nosotros, de nuestra presencia, de nuestro amor. Por lo tanto la idea de espiritualidad que presento, no es sólo una espiritualidad tópica, en la iglesia o capilla, o rezando en casa mientras leo la Biblia. Es una oración diferente, necesaria, que se hace sin ser consciente realmente de ello en el propio instante, pero que deja un sedimento, un depósto que nos lleva inevitablemente a pensar en Dios con el propio recuerdo. Una oración que nos hace reflexionar sobre cómo y por qué Dios es amor tras el recuerdo del instante vivido.
Partiendo de esa idea de amor, hago una reflexión sobre qué es el amor, o a qué lo relacionamos. Normalmente solemos relacionar el amor al afecto, cariño… sobre todo de la familia, amigos, pareja… Pues bien, si partimos de la base de que el amor no es sólo un sentimiento, sino que engloba mucho más,  nos encontramos con experiencia de ese amor en nuestro día a día, en la gente que nos rodea. Qué mejor que hacer nuestra oración desde esa experiencia, es decir, si Dios es amor y nosotros nos encontramos con esa experiencia de amor, ¿no sería la mejor manera de nuestro encuentro con Dios?
Hay muchos momentos en los que se reparte amor en nuestra vida, pero hay varios que para mí son fundamentales, uno de ellos es el parto de una mujer, es el amor maternal, pero para que esto ocurra, antes, la mujer y el hombre, esposa y esposo, novia y novio… han tenido que mantener una relación que les lleve a esto, amor erótico (en ocasiones esto no ocurre, pero no entraré a valorar esto).
En este sentido dos personas han tenido que unirse en una sola, han tenido que amarse hasta acabar exhaustos. En este momento su cuerpo ha sido expresión de servicio del amor. Hablo de una relación sincera de amor y compromiso por una opción fundamental en Dios, no en un acto esporádico egoísta que nos aleja de nosotros mismos. Así y tras desarrollar mi argumentación afirmo, a riesgo de poder equivocarme, que vivir la sexualidad en pareja, desde la experiencia de amor, desde la unión de un proyecto total a Dios es un modo de oración, es un modo de amar hasta caer rendido, de amar hasta desear la satisfacción plena de la otra persona, el beneficio sin condiciones, una oración que no es egoísta, que piensa en un hogar construido con y desde Dios. Pero también debemos caer en la cuenta de que tiene que ser una oración responsable y libre que no provoque ningún mal y que la hagamos desde una madurez personal. Saber vivir esa oración en pareja se me antoja fundamental para entrar en una ética sexual cristiana madura, sin censura y sin egoísmo.
Considero que para conocer a Dios primero hay que conocer al ser humano y en este tipo de relación Dios-hombre nos acercamos a Él, porque experimentamos un amor inmenso que nos llena y nos hace ser felices

martes, 12 de julio de 2011

La Iglesia, necesaria para mi fe

Creo importante escribir algunas líneas a favor de la Iglesia en estos momentos en los cuales se le critica incluso desde algunos sectores del cristianismo. Desde mi humilde posición intentaré dar razones de por qué para un cristiano es importante la Iglesia.

Nosotros, los cristianos necesitamos a la Iglesia para creer, en este artículo intentaré desarrollar dos razones principales. En este sentido el profesor Antonio Jiménez Ortiz de la Facultad de Teología de Granada afirma que hay dos expresiones que dan sentido a esto. En primer lugar, la expresión diacrónicamente (a través del tiempo necesito a la Iglesia) y en segundo lugar, sincrónicamente (en este momento necesito a la Iglesia).
Yo, como cristiano puedo creer hoy día porque me llega la experiencia de Dios, la experiencia de Jesús, la revelación. Todo esto me llega por una comunidad humana que lo ha transmitido a lo largo del tiempo.
Aunque no se quiera saber nada de la Iglesia, y a veces reneguemos de Ella, la fe que se vive hoy día, que vivimos nosotros los cristianos, llega por medio de esta institución. Por lo tanto, podemos afirmar que la Iglesia es la madre de nuestra fe. Al mismo tiempo que afirmamos esto, necesito de Ella para vivir con coherencia mi credo, me ofrece la comunidad, el lenguaje, los símbolos, el contenido, los sacramentos, por lo tanto sin la Iglesia no es posible la fe.
Nos cuesta aceptarla, algunos dicen, yo creería más fácilmente si no existiera la Iglesia con sus escándalos. Hay infinidad de actitudes negativas frente a Ella, desde los no creyentes que rechazan totalmente la Iglesia, hasta cristianos que la rechazan o bien, simplemente no se sienten identificados con su jerarquía, aunque afirman que creen en Dios.
Pero es curioso que desde la sociología del conocimiento se vea a la Iglesia como imprescindible para la fe. En los años 70 del siglo XX apareció en Estados Unidos una corriente de sociología que se llamaba sociología del conocimiento, no pensaba directamente en lo religioso, sino que planteaba la siguiente pregunta: ¿Cómo se articula una sociedad? ¿Cómo va creciendo una sociedad? ¿Cómo podemos analizar el conocimiento que crea una sociedad? El análisis que hacían era el siguiente:
Pensemos en un clan primitivo que vive en las orillas de un río, ¿cómo progresa esa pequeña sociedad? En primer lugar al ser personas inteligentes, en el interior se les ocurren cosas, ideas. Ese clan necesita la caza para obtener proteínas y alimentarse. Un individuo de la tribu idea una fórmula para la caza mediante un palo curvado y una cuerda, comienza a exteriorizar esa idea y poco a poco descubre el arco y se lo enseña a los demás individuos del clan, éstos interiorizan la técnica tanto de fabricación como de utilización del arco. Para mantener este utensilio y que no se pierda en las siguientes generaciones se crea un taller que los fabrique y una escuela que enseñe a usarlo, es decir lo institucionalizan.
Luego, las instituciones son imprescindibles para mantener el conocimiento para vivir. Por eso, en un momento en el que se critica a la Iglesia, la sociología del conocimiento dice que las instituciones son necesarias.
Pero, no hay que caer en el error de pensar que la Iglesia es sólo institución. En ella se dan dos dimensiones. Una dimensión carismática, la Iglesia como acontecimiento salvífico, no hay Iglesia si el Espíritu no está presente, no hay Iglesia sin la Gracia de Dios. Pero también nos encontramos la dimensión institucional, podríamos decir, pero ¿Cuál es la estructura de la fe? La estructura de la fe es la estructura de la Iglesia, porque es quien la comunica.
Esta Iglesia va por la historia peregrina y puede haber conflictos, problemas. En la Iglesia está presente la verdad, pero tiene que profundizar en ella porque no la posee, no posee esa verdad y en esa profundización en la palabra de Dios a lo largo de la historia puede haber problemas, en caso de conflicto se ha de buscar la solución mediante el encuentro y el diálogo como nos marca Lumen Gentium 12 (Concilio Vaticano II)
Como última nota de interés diré que hoy día el pluralismo ideológico crea una situación confusa y por lo tanto es necesaria una ortodoxia en el camino, es decir, la Iglesia da por supuesto que hay personas que tienen dificultad con ciertos contenidos de la fe pero que se mantienen dentro de la comunidad, esas personas dentro de la Iglesia pueden encontrar ese acuerdo poco a poco en un diálogo continuo por la fe, esto es lo que se denomina ortodoxia dialógica.
Espero y deseo que este artículo al menos sirva para que dentro de nuestra comunidad, algun hermano comience a ver a la Iglesia como su madre y la roca donde cimentar su fe.
Para finalizar este artículo pido disculpas si las expresiones, términos y el léxico utilizado no es el ideal, pero mi intención no es otra que, cualquiera que lea este artículo comprenda la importancia de la Iglesia en la fe, ya sea un joven de 15 años o un adulto ilustrado.


Bibliografía:


JIMÉNEZ ORTIZ A., Sobre la aventura de la fe, en: “proyección” 46/193 (1999)


KASPER W., Introducción a la fe, Sígueme, Salamanca 1982.

lunes, 4 de julio de 2011

Revisando la catequesis

En nuestros días, podemos definir a la catequesis como aquella enseñanza realizada por gente de buena voluntad, para que los niños y las niñas aprendan un montón de cosas, que luego, cuando son mayores, ya no van a creer.

Hay un catequista mexicano que dice que en nuestras catequesis tenemos que dejar de dar respuestas que nadie entiende a preguntas que nadie se hace. En muchas ocasiones nos pasa eso y este es el motivo por el que buscamos nuevas fórmulas para el buen funcionamiento de la catequesis, porque la catequesis tradicional, nos hemos dado cuenta que es insuficiente dadas las condiciones del mundo de hoy.
Hoy día la situación de la catequesis no está en su mejor momento y considero que esto se debe al fracaso relativo de la iniciación cristiana, esa iniciación que comienza con el bautismo y va pasando por sacramentos y que, ordinariamente se quiere coronar con la confirmación, que de proceso de iniciación se ha convertido en proceso de conclusión para muchos. En este sentido hay mucha gente que toma la primera y última comunión y otra mucha que considera que la confirmación es el sacramento del adiós. Como decía un teólogo alemán: “la solemne celebración de la salida de la Iglesia”.
El problema que veo yo aquí de fondo es que la catequesis no ha ido evolucionando con los tiempos (principalmente la catequesis a niños). Y nos encontramos faltos de recursos ante una situación inédita con respecto a lo que hemos vivido antes.
Aunque la catequesis sea algo insuficiente en estos tiempos, creo que el problema no son los catequistas en sí. Creo que los problemas principalmente vienen de la sociedad y la cultura y de una dejadez muy importante de la familia con respecto a la evangelización de sus niños, pero sobre todo hay un desfase cultural en la difusión del Evangelio por parte de la Iglesia (de la jerarquía de la Iglesia) y esto influye mucho en la forma de adaptar la catequesis.
La Iglesia con el Concilio Vaticano II, hizo o intentó hacer una profunda renovación, pero el problema está en que muchos quieren olvidar esta renovación y esto nos lleva a un momento en el que se habla más de involución que en dar respuesta a las exigencias de un nuevo proyecto catequético o evangélico de la Iglesia de hoy. Pero el tema de la Iglesia y de la evolución de la misma lo trataré en otro momento.
Centrándome sobre todo en el tema de los niños, haré la siguiente reflexión: Hace poco he realizado un análisis sobre niños de escuelas católicas y qué visión de Dios tienen. Mi sorpresa fue grande cuando al pedirles que le dijeran algo a Dios, los niños que estaban recibiendo catequesis para la comunión repetían trozos de oraciones aprendidas de memoria, las cuales, no les dicen nada, creo que ahí se está perdiendo una verdadera experiencia con Dios. La mayoría de los niños, en los colegios religiosos, aprenden oraciones de memoria pero, yo pienso que eso no les lleva a una experiencia con Dios, con Jesús.
Sin embargo mi sobrino de cinco años me dijo que él por las noches habla con Jesús, le cuenta como le ha ido el día y que Jesús lo escucha. ¿Realmente aquí hay una experiencia de Dios?, no lo sé, pero lo que sí me parece es que se aproxima mucho más a un modo de oración que el repetir oraciones como un papagayo. Juzguen ustedes mismos.
Pienso que habría que adaptar la catequesis de los niños a una experiencia con Dios. Ya tendrán tiempo de aprender oraciones litúrgicas, pero sin experiencia, esas oraciones litúrgicas no valen de nada.
Por lo tanto trabajemos con los niños esas experiencias a través de la palabra de Dios, de canciones, etc.… y como complemento las oraciones litúrgicas y dogmáticas, creo que así la fe se verá fortalecida. No hay que olvidar que esta es mi opinión y por lo tanto puedo estar equivocado.

jueves, 30 de junio de 2011

ENTRE JERUSALÉN Y EMAÚS ENCONTRÉ ÁNGELES DE LA GUARDA

En estos tiempos que corren en los que prima el “tanto tienes, tanto vales” y en los que tanto la moral como la axiología han quedado en un segundo plano, me viene a la mente el relato pascual del capítulo 24 de San Lucas, en el que nos habla de dos discípulos desencantados que caminan hacia Emaús.
 Este relato de Emaús me parece de una manera muy simbólica y a la vez muy real, como una forma de “decirme” a mí mismo, y lo considero un texto para ayudar a interpretar el momento que viví y cómo descubrí ese compromiso al que nos invita Jesús.
 El eje por el que discurra mi narración será este texto lucano que probablemente, como ya he dicho, se adapta a la perfección a mi vivencia en el campo de trabajo de El Portal.
Al igual que esos discípulos, nuestro camino en la vida puede estar marcado de decepción, tristeza y frustración. “Esperábamos que él fuera el liberador de Israel”, decían los dos discípulos. En todo momento intentamos adaptar a Jesús a nuestro mensaje en vez de adaptarnos nosotros al suyo. Queremos que Dios sea como a nosotros nos gustaría que fuera, e incluso en algunas ocasiones hasta nos lo creemos.
Como esos dos discípulos que intentan hallar un Jesús a su medida estaba yo, con un cierto tono de desencanto, con un cierto matiz de sinsentido. Pretendía, al igual que esos discípulos, que Jesús asumiera un mesianismo de poder y sin embargo, vi despedazadas todas esas proyecciones, hechas añicos y tiradas por tierra. El pensamiento egoísta y sobre todo una visión utilitarista, me tenía los ojos cerrados como el mismo Lucas nos narra cuando Jesús se les aparece en el camino: “sus ojos estaban como imposibilitados para reconocerlo”. Marchan cabizbajos sin mucho sentido y con cierto regodeo en el nihilismo que parece que les embarga por dentro.
Entre Jerusalén y Emaús, acontece el resucitado y ¿por qué no puede acontecer la tarea del cristiano en el camino? En este fascinante camino que es la vida, topé con unos ángeles, unos ángeles de la guarda. Las Hermanas del Santo Ángel de la Guarda irrumpieron en mi vida, sin hacer ruido, de forma lenta pero segura. Y poco a poco me fueron mostrando al verdadero Jesucristo en la gente de una barriada como es El Portal: niños jugando en la calle, ancianos que lo pasan mal para llegar a fin de mes, jóvenes enfermos y a los que el barrio no les beneficia en un crecimiento tanto intelectual como espiritual. En esta gente encontré realmente el significado de ser cristiano, de estar comprometido y de cómo, a pesar de lo que diga la prensa y los medios de comunicación sensacionalistas, hay gente que da su vida por los demás, como es el caso de las Hermanas del Santo Ángel de la Guarda en la barriada de El Portal.
Fue entonces cuando comprendí que, aunque parezca obvio, en el centro del cristianismo está Jesús, no está un libro, ni un culto, sino Jesús como parábola viva de lo que es Dios.
A propósito de esto querría hacer una reflexión sobre ese clima que hay hoy día de mediocridad espiritual. Un clima que se crea porque realmente no somos discípulos de Jesús al no comprender su mensaje, al igual que le pasara a los de Emaús. Tenemos que estar preguntándonos constantemente qué estamos aprendiendo de Jesús.
Las Hermanas, al igual que hiciera Jesús con aquellos dos discípulos, me fueron acompañando por el camino que fue esa experiencia para mí. Me explicaron, me guiaron y fueron hermanas mías. Realmente puedo decir que en ellas y en el barrio pude encontrarme con Dios, con Jesús resucitado. Sin lugar a dudas ha sido la experiencia que más me ha llenado el corazón para poder ser luz y sal de este mundo que tanto nos necesita y al que cada vez más le damos la espalda.
Las Hermanas del Santo Ángel me han dado ejemplo de cómo ser discípulo de Jesús, porque están con los que más las necesitan, como hiciera Jesús en esos pueblos pobres. Jesús anda con ellos fundiéndose y haciéndose uno con esos pueblos, como hacen las Hermanas en El Portal.
Como dice José Antonio Pagola: “el problema serio para nosotros es que al hacerse hombre, Dios se ha hecho un vagabundo, y desde los últimos nos ha empezado a hablar”. Por eso es tan difícil seguir a Jesús en este mundo que nos rodea. Pero he sido testigo de estas mujeres, que sí se han encontrado con Jesús y que ya no pueden estar pasivas. Ellas, desde El Portal, me han dado vida, pero lo mejor no es que me hayan dado vida a mí, sino que lo están haciendo día a día con toda esa gente, que las necesita y que se beneficia de la labor tan maravillosa que prestan. De ellas aprendí que para vivir humanamente y para poder hacer un mundo más humano, en nadie lo encuentro como en Jesús.
En este recorrido desde mi Jerusalén a mi Emaús donde me encontré con un Jesús real, resucitado y que me habló, he conocido a muchos jóvenes de la barriada, que tras el trabajo de las Hermanas, han madurado, estudiado, y en una realidad nada beneficiosa están creciendo y ayudando a crecer a los más pequeños. Con el corazón en la mano sólo puedo darle las gracias a las Hermanas con las que viví y espero vivir muchos años este campo de trabajo y a todas las Hermanas del Santo Ángel por ser realidad viva del Evangelio y hacer que gente como la de El Portal pueda tener oportunidades en la vida.
Yo, como aquellos discípulos de Emaús, corro a contaros que he visto a Jesús, ahora te toca a ti, que estás leyendo esto, ir a verlo y vivir con Él.

lunes, 27 de junio de 2011

Nuevo compromiso

La próxima semana comenzaré de nuevo la actividad del blog, pero el contenido del mismo no tendrá relación ninguna ni con la Semana Santa ni con la Cofradía del Silencio en particular, aunque seguirá siendo un blog cristiano en el que intentaré narrar mis experiencias y comentar como está nuestra Iglesia hoy día. Entiendo aquellos que no sigáis más el blog al dejar de ser de interés para vosotros y os agradezco a los que os quedéis para leer algunas reflexiones sobre lo divino y lo humano, un abrazo a todos en el Señor de la Misericordia. Pepe.
PS: el Blog pasará a llamarse entrejerusalenyemaus.blogspot.com